El estudio dio cuenta de la plasticidad de esta especie, ya que pudo mantenerse a temperaturas ampliamente superiores a lo que está acostumbrada (18°C), con rangos de aumento a razón de 0.3°C y 1°C por minuto. No obstante, H. antarcticus fue incapaz de mantener su fisiología intacta por mucho tiempo, sufriendo problemas osmóticos catastróficos.
“Los ensayos de temperatura crítica máxima son muy utilizados en fisiología térmica, y nos permiten estudiar el repertorio de respuestas de corto plazo. Los resultados que obtuvimos son de gran aporte a futuras investigaciones sobre peces antárticos en esta área, a la vez de que nos dio un mayor entendimiento de lo que ocurre no solo a nivel fisiológico, si no también molecular en estos animales”, explicó Saravia.
“El H. antarcticus es una especie importante ecológicamente hablando, ya que da cuenta de la salud del ambiente y además es un regulador de la población de crustáceos pequeños. Toda especie que desaparece afecta de alguna manera al ecosistema, ya sea porque ayuda a controlar o porque es presa. En este caso, este pez tiene ambos roles”, comentó el Dr. Luis Vargas-Chacoff, investigador del Centro IDEAL y académico del Instituto de Ciencias Marinas y Limnológicas (ICML) de la UACh.
La investigación tardó 18 meses, lo que consideró la recolección de ejemplares en el sector de Bahía Fildes, en la Península Antártica y trabajos en laboratorio. El estudio fue publicado en la revista científica Journal of Thermal Biology.
*NOTA: La autora de este material periodístico es Daniela Jofré del Centro IDEAL.